Ecuador vivencias

María Plácida – partera y curandera de los Andes ecuatorianos

Foto María Plácida

María Plácida Rodríguez el 8 de abril del 2005

Despedida

Por Dora Quintero

Este texto es parte del libro La Venadita.

Quién podía imaginar hacia dónde me conduciría la búsqueda de María Plácida Rodríguez, la partera más vieja del Ilaló. A veces pienso que este encuentro no fue casual, sino amparado por el destino. Y tan decisivo para entender la esencia de otro pensamiento, de otra manera de ver la vida conservada en esa mujer indígena, que caminaba a mi lado, ligera en los primeros años y, con el paso del tiempo apoyada en mí, enlazando su mano en la mía.

La relación humana fue de afecto, de mutuo respeto al aceptar nuestras diferencias y descubrir un sinfín de afinidades. Tenía la sensación de fundirme mientras ella me conducía a un mundo desconocido del que lentamente empecé a participar. Ambas sentimos la necesidad de aprender, de entregarnos sin reservas a la aventura de nuestra amistad.

Recuerdo hasta qué punto me conmovieron sus relatos, recuerdo su pícara sonrisa. Reconocí que el objetivo de mi trabajo era, a partir del parto, adentrarme en el mundo ancestral de nuestro pueblo. Reconocí mi existencia frente a otra manera de ver la vida y la salud. También en esos años palpé su sufrimiento. Sentí en un solo grito un dolor plural lleno de lamentos.

Plácida fue tocada por el viento de la montaña, sentía que un poco de vida se le escapaba por su cansado cuerpo. Quiso subir los caminos llenos de polvo y avisar a sus hijos. Sensible y mortal había decidido emprender el viaje. Uno por uno los miró, los palpó, abrazó a los nietos, “qué solo es este mundo”, les dijo. Luego miró las montañas luminosas, dio la espalda y se alejó.

Plácida: supiste envolver el dolor en el humo del tabaco, en las hojas de ortiga, en tus manos delicadas. Cuando conocí de tu muerte levanté la mirada al cielo y con una profunda emoción contemplé la noche. Día a día tu imagen se ha materializado en todas las formas. Te extraño, María Plácida Rodríguez, hálito de vida hecha de todos los latidos del amanecer.

María Plácida Rodríguez murió el 14 de julio del 2005.

Hacia el tope